sábado, 1 de junio de 2019

Balaitús y Frondiellas, Pirineos

Este año la tradicional salida veraniega a Pirineos ha sido atípica en varios sentidos. En primer lugar, ha sido más bien primaveral, al ser el primer finde de junio; hemos dormido en refugio guardado, siendo que en los últimos años habíamos hecho vivac; y el grupo ha sido numeroso (Alejandro, Jorge, Manolo, Niki, Vicente y un servidor, Carlos), cuando en los últimos años ser un grupo de tres había sido un logro.

El destino elegido fue el Balaitús, montaña con fama de difícil, y el hecho de tener que llevar el peso adicional de cuerdas, arneses y demás cachivaches, así como las fechas tempranas, nos hicieron decidirnos por dormir en Respomuso y así ahorrarnos el peso de comida, saco de dormir potente y demás.

Salimos de casa el viernes, y a eso de las 18:00 estabamos ya aparcados en el embalse de la Sarra, tras recorrer la estrecha carretera que une este bonito paraje con Sallent de Gállego. Ojo con la estimación de tiempo para llegar a Respomuso, porque al inicio de la ruta hay un cartel grande que pone 2h30, y otro más pequeño que indica 3h10. A nosotros nos costó unas 2h39, andando rapidillo y parando poco. Desconocíamos casi totalmente la zona, lo que le daba aliciente al paseo, que es muy agradable, ya que todo el tiempo discurre al lado del río de Aguas Limpias y la vegetación y las vistas son espectaculares. Se empieza con un ambiente de media montaña y senda muy fácil, se atraviesa algunos bosques de hayas muy bonitos, y finalmente la cosa se empina y llegamos a la alta montaña con la panorámica inconmensurable del circo de Piedrafita, donde se haya ubicado el refugio.


Valle de Aguas Limpias y pico Arriel desde el principio del sendero

Hayedos espectaculares

Circo de Piedrafita (Facha, Llena Cantal, Tebarray, ...)

Nos esperábamos encontrar el refugio lleno de vida, y sorprendentemente estaba prácticamente vacío. Y aún más increíble fue encontrarse en el refugio con Juanito Oiarzábal, que ha subido más ochomiles (26) que yo tresmiles, y que iba de guía con dos montañeros madrileños; tengo entendido que frecuenta bastante Pirineos. Lo cierto es que nos pareció bastante simpático (con famosos nunca se sabe), y nos estuvo aconsejando sobre la subida al Balaitús antes de irnos a dormir.

Atardecer desde el refu. Picos de Llena Cantal y Tebarray

Croquis de rápeles en la brecha de Latour. Con la nieve como en la foto es recomendable salirse a la pared rocosa una vez pasado el bloque empotrado. Nos dijeron que se puede subir por la nieve hasta arriba del todo, pero luego está más difícil por estar el terreno descompuesto

A la mañana siguiente nos levantamos superpronto, a las 4:15, aconsejados por el guarda y Juanito, ya que la previsión era que hiciera mucha calor. Despachamos rápidamente el exiguo desayuno que nos habían dejado preparado, y tras equiparnos nos pusimos a andar a la luz de los frontales. Personalmente me temía que al ser seis en el grupo hubiera disparidad de forma física entre nosotros, pero fue una grata sorpresa ver que no habíamos ninguno que fuera con la lengua fuera, por lo que avanzamos muy rápidamente y llegamos a la brecha de Latour en un tiempo excelente, a eso de las 7:10.

El Pirineo despierta... Nosotros seguimos dormidos, ¿se nos ve en la cara?

Cresta del Diablo

Los Infiernos empiezan a recibir el sol

Como era de esperar en la brecha ya daba el sol, pero acababa de salir, por lo que la nieve estaba aún en buenas condiciones.

Aparece la brecha, que desde esta perspectiva asusta bastante

Le tenía mucho respeto a este paso clave en la subida, pero la verdad es que no es tan fiero como lo pintan, al menos en las condiciones en esos momentos, que eran óptimas: toda la brecha con nieve ni muy dura ni muy blanda, a excepción del típico bloque empotrado que se pasaba con suma facilidad por la derecha al estar aún bastante enterrado, la primera clavija a la altura de la cintura al haber aún bastante nieve, y además la parte de las clavijas limpia. Por otra parte se da la circustancia que es más inclinada la pala para llegar a la brecha que la brecha en sí, lo cual unido a que había bastante huella, hizo que la subida con crampones y piolet fuera fácil. Yo me llevé dos piolets por si acaso, pero no hizo falta, llevé peso en balde.

La parte del corredor está menos empinada que la pala inicial

En las clavijas pillamos a Juanito y a sus dos clientes ya que se habían encordado por seguridad. Nosotros subimos detrás de ellos sin encordar ya que los agarres son muy buenos y tampoco es que el terreno sea excesivamente vertical. En cualquier caso, mejor no caerse, sobre todo en los primeros instantes tras abandonar el corredor porque con nieve dura te puedes ir hasta abajo.

Salida a las clavijas tras pasar el bloque empotrado

Y por fin llegamos a lo alto de la brecha, ¡qué pasada! La vista hacia el lado francés se abrió ante nosotros, con el Midi d'Ossau dominando la escena, solitario como siempre, y toda la pala nevada inmensa que nos quedaba por recorrer hasta la cima del Balaitús, y que estaba a estas horas (8:05) aún a la sombra.

Su majestad el Midi d'Ossau

Pedazo de pala que tiene el Balaitús

Tras un primer paso mixto de nieve y roca que hay que bajar con cuidado empezamos la larga subida que puso a prueba nuestros tobillos, puesto que tiene bastante inclinación y hay que subir flanqueando. Pero se nos hizo muy ameno porque ya sabíamos que la cima no se nos escapaba. Llegamos por fin al vértice geodésico a eso de las 8:40 (el trípode metálico característico se cayó y ha desaparecido), y compartimos cima con Juanito, sus dos compañeros y otros dos chicos que habían llegado los primeros esta mañana.

¡¡Conseguido!! Balaitús, 3.146 m

Las vistas desde la cima impresionantes, ya que el día era muy claro y era aún muy pronto por la mañana, aunque al ser tan pronto la parte este orientada al Vignemale, Ordesa e Infiernos estaba a contraluz. No hacía nada de frío y casi no había viento, por lo que podríamos habernos quedado ahí varias horas si hubiésemos querido.

El Palas desde la cima. Es un señor pico, pero hay tantos tresmiles aún por subir...


Tras saborear el éxito, emprendimos la bajada volviendo por donde habíamos venido, castigando esta vez el otro lado de nuestros tobillos y disfrutando de las cornisas de nieve en la loma del Balaitús y de las Frondiellas.

Loma cimera, ¡menudo paquetón de nieve!

Vicente descendiendo con cuidado la pala. Al fondo, las Frondiellas. En la lejanía, la sierra de Partacua.


Llegamos a eso de las 9:40 a la sirga desde la que montar el primer rápel y, aunque intentamos no demorarnos mucho, rapelando se nos fue bastante tiempo, como era de esperar. Antes de venir habíamos tenido dudas sobre la longitud de los rápeles y la cuerda necesaria; con 50 o 55 metros es suficiente, como nos dijeron en el refugio, siempre y cuando nos fijemos y no nos saltemos ninguna reunión. Nosotros llevábamos 60 metros de cuerda, e hicimos tres rápeles: uno desde la sirga, la segunda reunión nos la saltamos adrede (y tuvimos que destrepar unos metros fáciles hasta la tercera reunión), otro rápel que nos depositó cerca de la nieve, y un último rápel que nos permitió llegar a la base del corredor, donde hay un pequeño rellano donde recoger la cuerda con comodidad. A continuación abordamos la pala de bajada final, pero la nieve estaba ya tan blanda que bajamos de cara e incluso tirándonos sentados en la parte más baja.

La picuda Facha, que tenemos pendiente, el Vignemale y asomando por detrás el sector de Ordesa

Uno de los rápeles. Son muy tendidos e incluso si es necesario se puede destrepar (pero mejor llevar cuerda)

Rápel que nos lleva al corredor

A las 11:30 aproximadamente estábamos ya todos al pie de la brecha. Como aún quedaba mucho día por delante, decidimos probar la segunda parte del plan: casi al lado de la brecha sale otro corredor/pala que permite subir a la aguja de Cadier y a las Frondiellas. Sin embargo, dicho corredor estaba totalmente al sol, hacía un calor de muerte y íbamos cortos de agua (cerveza tampoco quedaba), por lo que nos surgieron dudas de si intentar subir o no. Pero Jorge está hecho un toro, y nos fue subiendo a todos tras su huella poco a poco, hundiéndonos hasta las rodillas. Hicimos una intentona de salirnos a la roca e ir trepando, pero nos enriscamos y tuvimos que volver a la nieve.

La pala que sube hacia la aguja de Cadier tiene mucha inclinación, pero la nieve estaba tan blanda que no había sensación de peligro. Manolo a pelo, sin piolet
Aquí ya medio cantábamos victoria de haber conquistado la pala inicial

Por suerte conforme íbamos subiendo el poco viento que hacía fue refrescando y un poco antes de volver a la cota de 3.000 metros se estaba bastante bien de calor. Al estar la nieve tan mal ya decidimos por unanimidad no desviarnos a la aguja de Cadier, y giramos a la izquierda para intentar alcanzar la loma, cosa que conseguimos tras pasar algunos pasos mixtos e ignorar la Frondiella Norte, que se nos quedó a la derecha y que no parecía fácilmente accesible.

Una vez cerca del cordal, giro a la izquierda y a flanquear la Frondiella N

Uno de los pasos de roca o mixto

Llegamos al pico de la Frondiella (NW), en el que se encuentra un buzón con forma de piolet muy curioso. De ahí pasamos a la Frondiella Central caminando, aunque había un paso muy estrecho con nieve en el que un servidor cogió miedo, y tuvimos que sacar la cuerda, que al final para algo la llevábamos.

Por fin en el cordal, la mole del Balaitús detrás (desde aquí parece imposible subir esa pala)

En la Frondella NW, con su curioso buzón en forma de pilet


Desconozco cómo es en verano, pero la sensación del cordal en invierno es muy alpina


Eran eso de las 14:00. En la Frondella Central estuvimos hablando un poco con una pareja de vascos muy simpáticos, y fuimos a echar un vistazo a los ibones de Arriel, que se divisaban helados allá abajo, lo cual es normal en las fechas que nos encontrábamos. Teníamos una tercera parte del plan consistente en bajar a dicho ibones y después desde ahí volver a Respomuso, pero ya habíamos tenido bastantes emociones por un día, así que decidimos bajar directamente a Respomuso, hundiéndonos a tope en una nieve que estaba ya completamente papa.

La cima de la Frondiella Central es muy amplia comparada con el resto

Los ibones de Arriel allá abajo, cubiertos de hielo

El Palas
Bajada desde la Frondiella, arista de le Bondidier

Manolo bajando... ¿Estará ya pensando en la cerveza?

Antes de acabar de bajar al refugio aprovechamos un último vistazo a la cresta del Diablo y al circo de Piedrafita a vista de pájaro. En el refugio (16:00 aproximadamente) la jarra de cerveza supo a gloria, y tuvimos la ocasión de contemplar cómo llegaba a todo trapo el helicóptero de la guardia civil que venía a llevarse a un pobre corredor que en un nevero al lado de la presa se había resbalado y se había hecho con unas rocas una profunda herida en la pierna; es una gozada ver lo rápido y lo preciso que vuela, aterrizando en el "cuadradito" al lado del refugio.


Se acabó el usar los pinchos. La cresta del Diablo en la lejanía

El refu tirando de zoom. Ese paraludes no le hará ganar un concurso de belleza, aunque lo importante sin duda es la seguridad, y el nuevo Sarradets tampoco anda muy fino...

Manolo y yo habíamos decidido quedarnos una noche más en el refugio, mientras que el resto del grupo se bajaron al pueblo a la caza del chuletón. Honestamente, la cena en Respomuso (al menos ese día) fue un poco pobre comparada con cenas en otros refugios; calidad no pedimos mucha, pero después de 11 horas caminando, al menos no debería faltar cantidad. Al día siguiente nos levantamos a las 5:30, y fuimos a los lagos de Arriel desde Respomuso por la senda colgada que no pierde cota, sino que más bien sube un poco. Desde dicha senda hay muy buenas vistas al cordal de Ferraturas y a la sierra de Partacua (Escarra, Collarada, pala de Ip, etc.).

El Anayet y su vértice

Punta Escarra, Collarada y Pala de Ip

Zona de Ferraturas

Peña Foratata, y al fondo peña Retona y Puerto Rico. Había una visibilidad tan buena que se veía hasta el Caribe, ¡ja, ja!


La zona de los ibones es muy bonita y salvaje, y desde ahí tuvimos la oportunidad de ver desde otra perspectiva el Palas y el Balaitús. La Gran Diagonal parecía repleta de nieve y por tanto peligrosa.

La zona de la Gran Diagonal del Balaitús

Ibón bajo de Arriel

Queríamos volver pronto a Valencia porque Manolo tenía que currar, así que nos dejamos el ibón alto de Arriel para otra ocasión, y en un abrir y cerrar de ojos bajamos a la Sarra donde almorzamos muy bien en el restaurante que hay.

Resumiendo, una excursión que nos salió redonda a uno de los picos más emblemáticos del Pirineo, con el plus de haber subido además a las Frondiellas. Y con compañía excelente. ¡¡¡No se puede pedir más!!!

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