sábado, 14 de marzo de 2009

Besiberri Sud, Pirineos

Habiendo subido ya unos pocos tresmiles de Pirineos en verano, se nos ocurrió probar en invierno. Buscamos de lo más fácil que hubiera por ahí, y se nos ocurrió el Besiberri Sud subiendo desde el refugio de Conangles. El jueves comprobamos que el nivel de peligro de aludes era débil, y decidimos ir. A la excursión nos apuntamos seis "inconscientes": Fina, Jesús, Toni, Juan, otro chaval del cual no recuerdo su nombre:-S y yo (Carlos). Salimos el viernes después del curro y llegamos ya de noche al refugio de Conangles, que está justo al lado derecho de la boca del túnel de Vielha, antes de atravesarlo.

A pesar de haber más personas en el refugio (todos esquiadores), al día siguiente enfilamos la subida hacia los Besiberris solos porque el resto se fue a subir al Mulleres, que seguramente es más adecuado para esquiar. Empezamos a andar con las raquetas alucinando por la cantidad de nieve que había, porque en julio y agosto siempre te encuentras la nieve ya casi llegando a la cima de los tresmiles, si es que la hay, y aquí había ya mucha desde el parking.

Nada más salir del parking

La subida hacia el Estany es fuerte

Se andaba bien y no íbamos mal en nuestro progreso, aunque a la cima eran unos 1.500 metros de subida, y habíamos empezado más bien tarde, pero en un punto de la ruta metimos la gamba y empezamos a subir y a subir por un barranco hasta que llegamos a un sitio que había hielo en estado puro, y tuvimos que volver hacia atrás. Conseguimos encontrar de nuevo el camino correcto, pero cuando por fin llegamos al Estany de Besiberri habíamos perdido un tiempo precioso.

En la metida de gamba... A volverse tocan, por aquí no es ni de casualidad
Si ver tanta nieve ya nos había alucinado, ver el Estany totalmente helado era una pasada, ¡e incluso se podía andar por encima! Y los Besiberris al fondo, todos nevados, estaban guapísimos... Seguimos andando por el valle y llegamos por fin al refugio, una especie de caja de zapatos metálica que por dentro estaba superbien, forrada de madera, con colchones limpios en literas, y con un teléfono directo a los bomberos de Arán, para usar sólo en caso de emergencia.

Este cartel da una idea de la cantidad de nieve que había


Ya en el valle, qué bonito

Este refugio es super funcional. Muy bien hecho por parte de la federación catalana de montañismo, o quién sea responsable
Toni y yo en la caja de zapatos

En este punto nos planteamos si seguir con el plan inicial de hacer cima ese mismo día, o dejarlo para el día siguiente. Decidimos esto último al ser ya bastante tarde. Lo que ocurre es que algunos de nosotros tenían que volver pronto a Valencia el domingo, y al día siguiente tras una noche nada fría, sólo dos de nosotros, Toni y Carlos, emprendimos el camino hacia la cima, acompañados de un montañero que había llegado solo a última hora.

Nos levantamos muy pronto, de noche, y empezamos a subir la dura rampa inicial que parte del Estanyet a la luz de los frontales. Superado este punto giramos a la derecha, y progresamos ya más fácilmente hasta que por desgracia el gps de Toni se quedó sin batería... Era el único que llevaba, y con el mapa y la brújula no sacamos mucho en claro. De frente nos encontramos con una pared importante de nieve, así que decidimos girar a la izquierda pensando que era lo correcto. Empezamos a trepar en roca con alguna dificultad y llegados a un punto en el que parecía que no habría más nieve dejamos crampones y piolet. Finalmente nos plantamos en un sitio que daba ya al otro lado de la cadena montañosa, hacia Aigüestortes, pero en el que ya no era posible continuar, y menos aún sin crampones (fue un error dejarlos atrás). Mirando después en el mapa, creo que aparecimos en algún punto indeterminado en la cresta entre el Besiberri Sud y el del Mig.

Amanece en Pirineos, éste debe de ser el Aneto

Subiendo, una vez pasada la pala matadora inicial

Esto es pasado el punto en que seguramente tendríamos que haber tirado más a la derecha
Aquí ya nos debíamos haber equivocado, ¡estamos saliendo a la cresta!

Por lo menos pudimos ver el panorama del otro lado, hacia Aigüestortes

Ya bajando

Total, que llenos de incertidumbre decidimos que ya habíamos hecho bastante en nuestra primer incursión invernal, y nos volvimos para abajo. Curiosamente el otro montañero que parecía más experimentado hizo el gallina igual de bien que nosotros, ja, ja. Se fue para abajo rápido mientras nosotros probábamos nuestras habilidades en la autodetención con piolet. Nos fue bastante bien hasta que yo probé a tirarme de cabeza y tumbado boca arriba, y fue uno de mis momentos de "miedico" en montaña porque intentaba clavar el piolet en un costado, como había visto en internet, y nada, que no conseguía rotar. Menos mal que no había mucha pendiente y pude parar, pufff.

Volvimos al refugio a recoger sacos de dormir y demás, y comprobamos que el guarro del otro montañero se había ido sin recoger su basura, mis reproches desde aquí. Bajamos al Estany y de nuevo estuvimos caminando sobre el hielo, que se veía muy grueso y sólido, y al rato empezamos la bajada al parking, hundiéndonos hasta la ingle en algún que otro punto.

Andando por encima de l'Estany
En la bajada metimos la pata alguna vez que otra

Resumiendo, toda una experiencia y primer contacto con los Pirineos en invierno, en la que aprendimos algunas cosillas:

  • En invierno es aún más importante que en verano madrugar, para asegurar el llegar a la cima. Y sobre todo si va a hacer calor y la nieve se va a poner blanda.
  • Es difícil conseguir agua si no se lleva un hornillo: te puedes hacer viejo esperando a que el sol y el calor corporal fundan la nieve.
  • Mejor no dejarse atrás crampones y piolet a menos que estemos 100% seguros que ya nos harán falta.
  • Lo de la autodetención con el piolet, mejor probar en un sitio con una pendiente no muy larga, ni muy empinada.
  • No hace falta llevarse comida para alimentar a un regimiento. Esto también se aplica en verano.
  • El gps está superbien hasta que se acaba la pila.
  • El mapa y la brújula está bien sólo si sabes estimar bien las distancias andadas, porque te dicen en qué dirección ir, pero no donde estás.

En fin, repetiremos. Nos los pasamos de miedo (sobre todo con la autodetención de cabeza y boca arriba), aunque nos fuimos un poco moscas por no haber hecho cima, cuando parecía que estaba cerca.

¡Hasta la próxima!