Por fin la primera salida a Pirineos tras acabar el segundo confinamiento perimetral y de mi desafortunada rotura del tendón de Aquiles. Para la ocasión nos juntamos nueve montañeros porque todos teníamos muchas ganas tras varios meses de sequía pirenaica: Vicente, Manolo, Niki, Cone, Óscar, Fabio, Vicente, Alejandro y Carlos. Salimos el viernes de madrugada y a primera hora de la tarde ya estábamos aparcados al lado del refugio de Casa de Piedra.
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Parte del equipo en la esplanada del balneario, con el Argualas al fondo
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La idea era subir por la tarde al refugio de Bachimaña, dormir en él, y al día siguiente subir a los Infiernos, bajando después por el corredor sur y el collado de Pondiellos. La mayoría subiríamos por el ibón de Tebarray, excepto Vicente y Fabio que son más experimentados y atrevidos y subirían por el corredor norte de los Infiernos (con piolets técnicos, cuerdas y demás).
La subida al refugio la hicimos sin contratiempos ni nada digno de reseñar; en menos de 2 horas ya habíamos llegado, y la verdad es que hubo poca gente al ser viernes. La cena fue bastante buena tanto en calidad como en cantidad, y con el vino que sirvieron en breve todos estuvimos aún más contentos si cabe, jajaja.
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En el refugio de Bachimaña, construido no hace muchos años
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El sábado nos levantamos muy pronto y a las 5:00 ya estábamos andando: la razón de madrugar tanto era que podía haber posibles tormentas a partir de mediodía. Salir de noche con los frontales es algo mágico que todos deberíamos probar alguna vez, pero lo cierto es que estaba oscuro como la boca del lobo, y tuvimos algún problemilla de orientación al principio porque pronto había bastante nieve y no era factible seguir el GR, que es más para verano. Pero sin muchos problemas llegamos al ibón Azul Inferior, con los crampones ya puestos, aunque más por quitarnos peso de la mochila y andar más cómodos, que por ser necesarios.
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Menos mal que no se nos ven las caras, porque estábamos aún dormidos
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En el ibón Azul Inferior
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Progresando a buen ritmo hacia el cuello de los Infiernos, el Vignemale apareciendo por detrás
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Ya veíamos los Infiernos, y el corredor norte al que se dirigían Fabio y Vicente
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Fabio y Vicente habían salido ya del refugio con un paso más vivo, pero nosotros también llevamos buen ritmo y antes de las 8:00 ya habíamos llegado al ibón de Tebarray. El día había salido más o menos soleado, pero pronto empezó a llegar nubosidad del oeste, aunque por el momento parecía aguantar. Hasta este punto nos había ido rodado, pero a partir de entonces la cosa se estropeó. En primer lugar, la subida desde el ibón hacia arriba se nos hizo muy pesada porque había más de un palmo de nieve sin transformar, seguramente de alguna de las últimas nevadas; en segundo lugar, la huella que había se salía de la ruta más habitual que va más directa siguiendo la parte alta de la cresta, pero decidimos seguirla porque la ruta habitual es más bien para verano.
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Ibón y pico de Tebarray
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Subida hacia la cresta, que resulto costosa por tanta nieve blanda
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La inclinación en los metros finales era importante
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El caso es que cuando llegamos al punto en que la huella en la nieve cruzaba al otro lado de la cresta, vimos que allí había un caos de roca y nieve que nos iba a costar atravesar. Quizás lo más práctico habría sido buscar la parte alta de la cresta, donde no había nieve, pero fuimos siguiendo hitos que iban a media ladera (en este sitio hay tantos hitos diversos que al final acabas mareado) y después de un rato nos encontramos algunos neveros muy inclinados con nieve primavera que no nos dieron mucha confianza. Eso, unido a que en el grupo íbamos algunos con poca experiencia y un poco (o bastante) acojonados porque el patio no era desdeñable, y que para más inri las nubes empezaban a rozar "cariñosamente" el Garmo Blanco y las cimas circundantes, nos hizo desistir y decidimos volvernos por donde habíamos venido, lo cual era un rollazo porque la distancia para volver al parking en el balneario iba a ser importante.
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Descansando un poco al encontrarnos el percal al otro lado de la cresta
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No nos esperábamos tanta dificultad, que para algunos fue demasiada
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Así que vuelta a recorrer el penoso camino hasta el cruce de la cresta que nos dejó justo encima de la ladera que baja al ibón de Tebarray, y de ahí abajo ya fue todo de nuevo muy fácil. Incluso nos encontramos a un chico del equipo de montaña andaluz que iba corriendo con zapatillas, pantalón corto y camiseta. Para nosotros lo único positivo de volver por Bachimaña fue ver el embalse y las inmediaciones del refugio con luz, ya que habíamos salido completamente de noche.
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En el refugio hicimos una parada para comer y beber
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Al final hubo una tímida tormenta cuando estábamos llegando al balneario, y poco más. Por su parte, Vicente y Fabio, que son unos máquinas, sí que consiguieron hacer cima. Se encontraron mucha nieve bastante antes de empezar el corredor, lo cual les retrasó algo, pero después lo subieron sin problemas con los piolets como dos jabatos, y visitaron las cimas oriental y central. Finalmente bajaron por el corredor sur que tenía aún mucha nieve, pero muy blanda, con lo cual no había mucho peligro, y se plantaron en un abrir y cerrar de ojos en el balneario.
Y poco más que contar, cena y hotel en Panticosa, y a dormir. Habrá que volver a los Infiernos, y para un servidor ya será el tercer intento... ¡¡Grrrr!!