Aprovechando un bloqueo anticiclónico más seco que un pañal Dodot, Niki y yo (Carlos) nos fuimos a subir al Garmo Negro. De hecho, la previsión era de demasiado calor, que para nuestros planes era un inconveniente porque precisamente esta montaña tiene fama de avalanchosa. El peligro de aludes estaba durante la semana entre débil y moderado, pero para el sábado en las horas centrales del día podía subir a notable.
Pero en fin, allá que nos fuimos el viernes a mediodía, llegando por la tarde al refugio de Casa de Piedra en Panticosa, donde nos íbamos a alojar. Al estar a pie de carretera pierde un poco de encanto respecto a otros refugios que están perdidos en la montaña, pero a nosotros nos venía de maravilla. Nos acomodamos, y fuimos a dar un voltio por la explanada del balneario, contemplando el estanque que tenía una buena capa de hielo. Desde allí ya vimos desde lejos nuestro objetivo del día siguiente, estando la cima 1.500 metros más arriba de donde nos encontrábamos. El gran desnivel es el "problemilla" de esta ascensión.
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Anochece en el macizo de Argualas, visto desde la explanada del balneario |
Al día siguiente empezamos a andar antes de las 7:00, un poco tarde para mi gusto, y con más temperatura que al irnos a dormir la noche anterior. Tuvimos problemas iniciales para encontrar la ruta (en parte por culpa de la pista de esquí de fondo que balizan en invierno) y con las raquetas ya puestas íbamos como patos mareados, pero al final nos topamos con la senda bien clara. Anduvimos unos minutos completamente de noche, con los frontales, pero pronto empezó a clarear. Fue fantástico ver las luces del balneario quedándose abajo conforme subíamos.
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El balneario se va quedando abajo, el día comienza |
La ruta no tiene mucha pérdida, aunque en un momento de despiste nos dimos cuenta por el track que nos íbamos hacia el Feniás, y corregimos rápidamente.
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Niki con el Feniás, el Argualas y el Algas al fondo |
Cuando llegamos a la Majada Alta y se despejó el paisaje de árboles, cambiamos de las raquetas a los crampones, y vimos que se iba igual de bien o incluso mejor. Esto de las raquetas es un pésimo sustituto de los esquís de travesía: a mi parecer sólo funcionan bien en llanos o pendientes moderadas donde la nieve sea polvo y andar con crampones sea inviable por hundirnos miserablemente. En cualquier otra situación, sirven de bien poco, y especialmente dan mucha inseguridad en flanqueos y en bajadas con bastante pendiente. Resumiendo, para alta montaña se aprovechan poco, son aparatosas y pesan bastante.
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Al fondo el Garmo Negro y la aguja de Pondiellos, y más abajo el corredor que conduce al collado de Pondiellos |
Al llegar más o menos a la altura del corredor que sube hacia el collado de Pondiellos nos alcanzó el sol, y la nieve cambió radicalmente. Hasta entonces había estado dura, ideal para los crampones, y en breve pasó a estar primavera. Fugazmente pensamos en la idea de subir hacia Pondiellos para después flanquear por debajo de la aguja de Pondiellos y el Garmo Negro, pero finalmente decidimos ir a lo seguro y subir por la ruta normal, que gira a la izquierda dejando el corredor hacia Pondellos a la derecha... La pala que sube por el barranco de Argualas antes de girar al noroeste hacia el collado de Argualas se nos hizo eterna, intentado pisar sobre las huellas de esquiadores para hundirnos menos, y eso que sólo son 300 metros de subida.
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Esta subida se nos hizo eterna, por el calor y la nieve papa que había. ¿Nos habíamos equivocado y subíamos los Infiernos? Eso nos parecía... |
Por fortuna nada más girar hacia el collado el viento que soplaba ahí desde el norte refrescaba y la calidad de la nieve mejoró algo. Haciendo zetas, llegamos al collado de Argualas (2.936m), que estaba espectacular de nieve. Llevábamos ya 1.300 metros de subida hechos, y estábamos cansados, pero olíamos la victoria.
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En el collado. El Vignemale omnipresente al fondo |
La pala final que conduce a la cima del Garmo Negro tiene en los libros un 40º máximo de inclinación, y pendiente desde luego tiene. La huella salía tiesa desde el collado hacia la cima, aunque se puede suavizar un poco si se continúa en el collado un poco más hacía el norte y luego se gira hacia la cima, ya que en esa zona hay laderas un pelín más suaves (y nos dijeron que el camino de verano va por ahí). Pero en fin, la huella era tentadora, así que fuimos como todos: unas veces a saco en vertical hacia arriba, y otras veces haciendo zetas para descansar un poco los pulmones, el corazón y los tendones de Aquiles, llegando finalmente a la cima (3.066m), a eso de las 11:00. Un poco más tarde de lo previsto para mi tranquilidad personal en lo que a aludes se refiere, pero contentísimos.
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Niki en los últimos metros |
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La cima es alargada. Aquí estamos en el extremo |
En la cima no había casi gente porque al fin y al cabo habíamos madrugado más que la mayoría, y nos deleitamos largo y tendido con las vistas impresionantes que había, y más aún porque la visibilidad era buenísima... No la recuerdo tan buena en ninguna de mis otras salidas en Pirineos, ¡se veía hasta el Moncayo!
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El Vignemale, majestuoso, hace parecer enano al Yuans |
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El Midi a lo lejos |
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Tirando de zoom: Astazus, Cilindro, Perdido, Gavarnie, Taillón... ¡Menuda visibilidad! |
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Los Infiernos y su inconfundible marmolera. En primer plano, el diablillo Niki |
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El Balaitús con sus crestas y las Frondellas. Los tenemos todos pendientes, a ver si este verano... |
Comimos algo y emprendimos el descenso un poco antes de que llegara una marabunta de montañeros y esquiadores, ratificando que en general en la montaña a quien madruga Dios le ayuda. La tarde de antes Niki había pensado que si nos sobraba tiempo podríamos probar a subir al Algas y al Argualas, que están al lado, pero después de la subida ya no nos quedaban fuerzas ni ganas, y sin ni siquiera discutirlo nos fuimos para abajo. Estando nosotros por allí sólo vimos a dos esquiadores aventurarse hacia el Algas... Está claro que el 99% somos de ideas fijas.
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La pala de bajada desde la cima al collado |
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Pedazo de vista desde el collado hacia el balneario |
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Ya bajando |
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Yuans, Baciás, Batanes, Brazatos, etc. |
La bajada fue sencilla, aunque hundiéndonos bastante, y ojito con la pala inicial hasta el collado si la nieve está dura. Ya casi llegando al refugio a eso de las 15:45 estuvimos hablando con un par de esquiadores que ese día habían subido a los Infiernos. Desde el Garmo Negro el corredor de subida parecía muy vertical, pero nos dijeron que tiene más o menos la misma inclinación que la pala final del Garmo Negro... Así que es una posibilidad para otra salida invernal. Como acabamos prontito, nos fuimos de compras y a tomar algo a Biescas.
El domingo antes de volver a casa teníamos la idea de ir a patear un poco en la zona del Portalet (quizás subir al Estremere y Peyrelue), pero al salir a las 8:30am a la carretera que va hacia Formigal el tráfico era tan lento a causa de las hordas de esquiadores, que con pesar decidimos desistir de nuestro plan. ¡Menos mal que el sábado nos salió redondo y nos lo pasamos superbien! ¡Aunque a ver si el invierno que viene es más normal y nieva más, que para que el Pirineo esté muy verde como nos gusta tiene que hacer mal tiempo de vez en cuando!
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Pano desde el balneario el domingo por la mañana. ¡Adiós, macizo de Argualas, hasta la próxima! |