domingo, 11 de julio de 2021

Barranco de Ordiceto. Parzán. Huesca.

El último barranco elegido antes de volver a casa fue el Ordicieto. Un barranco corto (6 ráples) per bien formado y con rincones de gran belleza con mucha vegetación. Con una corta aproximación de sólo 20 minutos, unas 2 horas de barranco y un retorno de poca más de 5 minutos.

Barranco con algún rápel técnico con pasamanos o un rápel canalón el cual nos hará poner en práctica toda la teoría de rápeles desembragables.

Un buen final para 4 días de barrancos por la zona.













sábado, 10 de julio de 2021

Barranco de la Barrosa. Hospital de Parzán. Huesca.

Para completar la jornada, por la tarde nos acercamos a descender este barranco. 

Se trata de un barranco corto de una hora y media con sólo media hora de aproximación y retorno prácticamente inmediato.

Es un barranco corto, pero muy intenso. Todo son saltos y rápeles sin tregua alguna. Algunos de los saltos con buena altura. Incluso hay un tobogán lanzadera para los más atrevidos, nosotros no lo fuimos.

Un barranco que aunque no es de los más bonitos sí que me pareció de los más divertidos.

Recomendable para media jornada.




El tobogán lanzadera lo rapelamos por precaución









Garganta de Irués. Badaín. Huesca.

Siguiendo con los barrancos de la zona de Chistau, esta vez nos decantamos por este bonito barranco.

Desde el pueblo de Badaín iniciamos el camino de aproximación a la cabecera. El camino ya de por si merece la pena, una zona muy bonita con varias surgencias de agua. Durante el camino atravesaremos un puente, este punto es el final del barranco. Aquí podremos comprobar el nivel ya que hay un medidor. En nuestro caso marcaba 1.5, pero desconozco cual es el caudal recomendado. Con nuestro nivel el barranco se hacía sin problemas, no se con mucha más agua, ya que hay varias zonas engorgadas.

Una vez llegamos a la surgencia de el Chorro nos equipamos y entramos en el barranco. Comentar que la surgencia estaba totalmente seca.

Es un barranco sencillo y en teoría todos los rápeles son saltables, aún así hay que llevar alguna cuerda cuerda por si es necesario montar algún rápel debido al caudal o por no saber como está la recepción de algún salto.

Sencillo y muy estético barranco de aguas frías con bellas zonas engorgadas y otras más abiertas y quizás algo monótonas.


El equipo al completo posando para la ocasión


Zonas engorgadas de gran belleza

En algunos puntos montamos algún pequeño rápel


Algún salto




Más saltos





viernes, 9 de julio de 2021

Barranco de la Pez. San Juan de Plan. Huesca

Varios amigos nos comentaron que iban a pasar unos día de barranquismo por el valle de Chistau, así que para allí que nos fumios. Al final nos juntamos  Raquel, Félix, Paco, Kiko, Jesús, Jose, Yago y Toni (yo mismo).

El primer barranco fue el Barranco de la Pez, un barranco que no conocíamos y el cual nos aconsejaron.

Se puede acceder en vehículo hasta el refugio de Tabernés, para ello desde San Juan de Plan tomamos la pista que conduce al refugio de Biados, y poco antes de llegar tomamos el desvío hacia Tabernés, un lugar espectacular. Eso sí, la pista en los últimos metros no está en muy buenas condiciones, por lo que aunque no es necesario un todo camino, al menos usar un coche alto o que no nos estimemos demasiado.

Tras comer algo iniciamos el camino hacia la cabecera del barranco de más de una hora de duración.

Llegados a la cabecera nos equipamos con el neopreno y arnés al agua!

Se trata de un barranco de montaña, bastante abierto excepto una zona engorgada. No tiene grandes dificultades, quitando de algún pasamanos recuperable. El rápel más largo es de 15 metros además de un salto salto de 8 metros bastante interesante que se puede evitar rapelando de un árbol. Ha sido reequipado recientemente por lo que todas las instalaciones están en perfecto estado. 

Tras 3 horas, llegamos al puente donde termina el barranco.


Foto de grupo de camino hacia la cabecera

Barranco de montaña de carácter abierto














lunes, 5 de julio de 2021

Mondarruego - Gabietos - Casco de Marboré, Pirineos

En esta ocasión Toni y yo (Carlos) buscábamos un recorrido por el que no hubiéramos ido antes, y que estuviera apartado de las rutas más transitadas. Además, como no, queríamos subir algún tresmil que no hubiésemos subido antes, y se nos ocurrió que podíamos vivaquear precisamente en la cima de uno, cosa que no habíamos hecho antes. Finalmente no cumplimos todo nuestro plan, pero aún así nos lo pasamos genial.

Llegamos el viernes a Bujaruelo a eso de las 14:00, y en breve comenzamos a andar. Habíamos encontrado referencias y varios tracks de una ruta abierta en el 2012 que sube por el barranco de los Gabietos, pasa después por la faja de la Escuzana y sube al Mondarruego, el pico típico que se ve detrás del campanario de Torla, visto desde el aparcamiento. A pesar de transitar por Ordesa, que no es el paraíso de la soledad precisamente, pensábamos que estaríamos relativamente solos, pero estaba el problemilla del desnivel que íbamos a tener que superar, de aproximadamente 1.600 metros, y cargados como burros con saco, comida para tres días, agua, etc.

Ruta del primer día, de Bujaruelo al Mondarruego
 

Empezamos a andar por el GR que va de Bujaruelo hacia Ordesa, y en cuanto giramos a la izquierda para subir por el barranco de los Gabietos nos quedamos más solos que la una. La senda está más o menos clara, pero en la parte inicial es muy empinada. Lo bueno de subir tanto de una tacada fue que íbamos atravesando todos los tipos de vegetación que existen en Pirineos: al principio hayas y robles, que dieron paso a coníferas; a continuación desaparecieron éstas y aparecieron los pastos; después desaparecieron éstos y se quedo la vegetación raquítica que es lo único capaz de sobrevivir a esta altura, incluidas algunas flores (y también como no, edelweiss); y finalmente ya no había más que roca. Las vistas, ya casi desde el principio, increíbles. Hacia el oeste, la peña de Otal y el Tendeñera, y conforme íbamos subiendo la zona de los Gabietos, de roca marrón, y la faja de la Escuzana, de roca blanca.

En Bujaruelo, antes del palizón de la subida

Peña Otal y Tendeñera

Ya nos estábamos acercando a la faja de la Escuzana

Edelweiss, que tiene predilección por la roca suelta

Curiosísimo el cambio de roca y color

 

La faja, muy fácil y bonita (sin llegar a la grandeza de la faja de las Flores o la Fraucata), pero con un continuo sube y baja que no descansa hasta que por fin llegamos a una pequeña planicie en la que coger aire antes de acometer la subida final al collado, donde dejamos las mochilas, y el esfuerzo final al Mondarruego. Nuestra idea inicial era dormir en la cima, pero ya desde abajo parecía que no iba a haber buenos sitios con tanta piedra, y así fue. Un faquir indio estaría aquí en su salsa, jaja. Nada más llegar entró bastante niebla, pero felizmente desapareció al cabo de un rato, y las vistas eran inconmensurables, sobre todo la zona desde los Gabietos al Soum de Ramond. También no muy lejos se veía el Vignemale, y allá, allá abajo, el Tozal de Mallo, y aún más abajo y lejos, Torla y Broto.

Aquí empieza la faja de la Escuzana

De llana, nada. Es un continuo sube y baja

En el Mondarruego: Gabietos y Taillón

Taillón, la falsa brecha, el Pico Blanco, Marboré, el Cilindro

Ya bajando hacia Salarons, el Cilindro, el Perdido y el Soum de Ramond

 

Por tanto, para dar por acabado el día, bajamos hacia los llanos de Salarons, pero en cuanto vimos una esplanada con hierba montamos el vivac ahí. En toda la tarde nos cruzamos sólo con dos chicos, y vimos de lejos otras dos o tres personas, que venían de la zona de la Forqueta. Así que supercontentos por lo remoto de la zona.

Nuestro lugar de vivac, ¡menudas vistas!

 

 El día siguiente despertó con nubosidad tipo "boina" que tapaba los tresmiles, y eso que la previsión era de sol y calor. El plan era subir a los Gabietos, quizás después al Taillón, y finalmente subir y hacer vivac en el Casco de Marboré. Así que para arriba que nos fuimos, y felizmente a mitad de camino de los Gabietos empezó a despejar y en breve se quedó raso. Un poco antes de llegar arriba nos encontramos ya nieve, pero conseguimos subirnos a la cresta final sin tener que ponernos los pinchos, y aún era muy pronto por la mañana cuando coronamos el Gabieto oriental, desde el cual tuvimos unas vistas espectaculares. Había viento, pero no se estaba mal y de hecho almorzamos en la cima. Por la cresta, que no tiene dificultad (sin ir por el filo, bajando un poco por el lado sur), pasamos al Gabieto occidental, que también tiene muy buenas vistas, sobre todo hacia el Taillón que desde aquí muestra una cara mucho más abrupta que subiendo de la brecha de Roland.

 

Ruta del segundo día, de los llanos de Salarons al Casco

Subiendo hacia los Gabietos

Llegando al Gabieto oriental (o sur)

El Vignemale desde la cima

El Gabieto occidental (norte) desde la cresta

La mole del Taillón desde el cuello de los Gabietos


Habíamos pensado a partir de este punto pasar por el cuello de los Gabietos al Taillón, pero la ruta desde lejos no parecía precisamente fácil (según las reseñas, es poco difícil), así que, como Toni y yo ya habíamos estado en el Taillón, decidimos bajar del cuello y rodear el Taillón por la parte sur, yendo a parar al collado Blanco. Desde el cuello parecía que podríamos ir sin crampones por esa parte sur, pero al final nos los pusimos para no tener que ir buscando tramos sin nieve, y después de un rato llegamos al collado. Las vistas hacia la brecha y el Casco son increíbles, y es de suponer que desde la cima del Pico Blanco deben de ser ya la repera, pero no teníamos ni tiempo ni ganas de ir.

Una mirada atrás

Bordeando el Taillón para ir al collado Blanco

En el collado Blanco con la brecha de Roland, el Marboré y el Casco al fondo

Punta Bazillac, la falsa brecha y el dedo del Taillón

La gruta de Casterets
 

Aún no habíamos dejado el collado, y ya habían empezado a entrar nubes de evolución, muy típicas en Ordesa, que pronto tapaban a ratos el Taillón, el dedo, la brecha y el Casco, y para cuando llegamos a la brecha el día se había tornado bastante gris, pero solo en esta zona porque hacia el sur se veían no muy lejos cielos azules... es lo que tiene Pirineos y Ordesa en particular. Con ese plan no daban muchas ganas de seguir andando, pero al ser todavía muy pronto decidimos seguir. Pasamos el paso de los Sarrios, con aún un nevero que había que pasar con cuidado (sin necesidad de crampones), las cadenas, y seguimos bordeando el espolón. Antes de llegar se nos había pasado por la cabeza subir al Casco por la ruta de la cueva, que sale un poco antes de llegar al paso de los Sarrios, pero desde lejos habíamos visto que seguramente estaría tapada por el nevero que hay encima, y además en la parte alta del Casco, ya pasada la chimenea, se veía otro nevero con una inclinación importante. Así que lo dejamos estar y seguimos la ruta para subir por detrás, dando el típico rodeo. La ruta de la cueva parece más idónea para verano más avanzado.

La ruta de la cueva, que no hicimos. Al pasar el nevero de la derecha enlaza con la ruta normal

Pasamos algún sitio de vivac a cubierto, pero ya ocupado, y también pasamos de largo la cueva dels Isards, en la cual se nos había ocurrido que quizás podríamos vivaquear, pero de eso nada: la entrada tiene un desnivel que con la lengua de nieve que había hacía difícil bajar, e imposible subir. Y en cualquier caso el estrecho y húmedo interior que se veía no invitaba para nada a entrar. Así que seguimos con todos los trastos, y tras ponernos crampones, superar los neveros que había en la subida y casi arrastrarnos en las rocas y trepadas finales, llegamos a la cima del Casco de Marboré.

Las cadenas del paso de los Sarrios

Rodeando el Casco para subir por detrás

El viento en ella era bastante fuerte, lo que contribuía a hacer esta cima impresionante, con un par de vivacs muy bien construidos por lo alto de sus muros. De hecho, sentado dentro de ellos se estaba realmente bien. Al llegar había bastante nubosidad, pero a ratos se despejó bastante, revelando unas vistas increíbles de la Torre de Marboré, picos de la Cascada, el Marboré, el circo de Gavarnie con su impresionante cascada, los Astazou, a lo lejos el macizo del Neouvielle (totalmente despejado), el refugio de Sarradets, y la brecha, vista desde aquí desde una perspectiva inusual. Tapados estaban el Taillón y la zona hacia el Cilindro (si es que desde aquí se puede ver).

 

Cima del Casco, uno de los 2-3 vivacs que hay

Vista hacia la Torre de Marboré y el Marboré. A la izquierda a lo lejos los Astazou

La gran cascada en el circo de Gavarnie
 

Estuvimos un buen rato disfrutando de las vistas, descansando en el vivac y pensando si quedarnos a dormir aquí o no; la previsión era que se podía escapar algún chaparrón a medianoche, e incluso alguna tormenta, así que al final hicimos lo sensato, que era bajarse. Encontramos un sitio un poco precario antes de llegar al paso de los Sarrios, pero con algo de techo, y allí nos quedamos a dormir. Toni por desgracia tuvo una gotera por la noche porque dormía justo debajo de un agujero que cuando llueva bastante debe desaguar de lo lindo, pero se apañó tapándose con el poncho. Por fortuna no llovió, y en mitad de la noche vimos algunos relámpagos a lo lejos, pero la tormenta pasó de largo sin ni siquiera oír truenos.

 

Bajando de nuevo para buscar donde dormir

 

Al día siguiente amaneció con nubes altas, pero con buena visibilidad. Estando en Valencia habíamos pensado en la posibilidad de volver por Cotatuero, coger después el autobús hasta el puente de los Navarros y andar hasta Bujaruelo, pero se haría larguísimo y además me habían adelantado la segunda dosis de la vacuna del Covid al día de nuestra vuelta, por lo que cruzamos la brecha y bajamos por el puerto del Bujaruelo; por el camino vimos el refugio de Sarradets, que sigue en obras pero que tiene pinta de poder abrir pronto (pero si no espabilan se va al verano que viene), y una marmota que se acercó a nosotros de forma asombrosa, a poco más de 4 metros.

 

Mirando al lado francés desde la brecha

Bajando hacia Sarradets. No usamos crampones, pero tampoco habría pasado nada por usarlos

Parte alta del circo de Gavarnie

El ya (casi) desaparecido glaciar del Taillón, una pena

Esta marmota estaba un poco despistada, se acercó a menos de 4 metros de nosotros

Y de vuelta a Bujaruelo, esta vez no hubo jarra de cerveza por culpa del Covid

 

Resumiendo, tres jornadas de montañismo y vivac en medio de la nada, que es lo que más nos gusta, y en especial el primer día, ya que las zonas de la brecha y del puerto de Bujaruelo por supuesto están más concurridas, aunque al ser entre semana tampoco había mucha peña.