sábado, 14 de mayo de 2022

Gran Facha o pico Bachimaña, Pirineos

Para la cálida ocasión nos fuimos a la zona de Panticosa Manolo, Toni y yo (Carlos). Digo cálida porque, a pesar de ser mitad de mayo, las temperaturas iban a estar unos 8ºC por encima de lo normal, y de hecho podía haber tormentas vespertinas que, junto con la gran cantidad de nieve que aún quedaba, prometía una combinación inédita.

Llegamos al embalse de la Sarra con el tiempo justo para llegar a cenar en el refugio de Respomuso. Nos costó subir unas 2h40 más o menos, yendo al principio ligeros y luego algo más relajados. Se suponía que la cena era a las 19:00, pero al final se retrasó porque la mayoría llegamos tarde.



El emplazamiento del refugio espectacular, como siempre, con el embalse, el circo de Piedrafita y las cimas a tiro de piedra. Lo malo es que la presa es muy fea, al igual que el resto de construcciones hidráulicas (más pequeñas) que nos encontramos al día siguiente de camino a la Facha.



La cena en el refugio, justita, justita, y ya es la segunda vez que nos pasa. Buena cena si el día ha sido descansado, pero si hubiésemos llegado caninos después de andar ocho o diez horas, nos habríamos comido hasta la estación meteorológica, junto con el banco de madera tan chulo que hay lado.

A cambio, el personal del refugio, muy, pero que muy servicial: Toni había perdido la roseta de un bastón, y le regalaron una. Y nos hicieron el favor de llamar al refugio de Bachimaña para preguntar por las condiciones de la bajada desde la Facha a los ibones de Pecico.

El sábado nos levantamos antes de las 5:00, y tras tomar el desayuno que nos habían dejado preparado la noche anterior (otro favor que nos hicieron) salimos un poco antes de amanecer. Debimos batir nuestro récord, porque al poco de empezar ya nos habíamos salido de la ruta, y nos tocó corregir a la luz de los frontales. Es lo que tiene andar en primavera, donde gran parte de las sendas están tapadas.


Posando en uno de los ibones de las Ranas, a la izquierda la Facha, a la derecha el Llena Cantal (que lo tenemos pendiente)


Sin grandes contratiempos llegamos al embalse de Campoplano, mayormente helado, donde nos pusimos los pinchos, y encaramos el barranco que sube sin descanso hasta los ibones de la Facha. Había nieve continua y se iba rápido, sin hundirnos porque había costra, aunque daba un poco de respeto pasar por algunos tramos donde la capa de nieve no debía de ser gruesa, puesto que se oía el agua corriendo por debajo.


Embalse de Campoplano, la Gran Facha a la derecha de la foto


Subiendo por el barranco hacia los ibones de la Facha

Al llegar a los ibones de la Facha hicimos nuestra segunda metedura de pata del día (y ésta dolió más), porque en el mapa el track se iba un poco a la derecha, pero nosotros torcimos demasiado a la derecha (estar cerca de la Facha tiene eso, jaja), y al final nos tocó por precaución volver sobre nuestros pasos, después de haber subido bastantes metros.


Echando la vista atrás una vez en los ibones


Bonita foto... Deshaciendo lo subido tras meter la gamba :-(

En fin, finalmente llegamos al collado, y nos sentamos a admirar las vistas (Vignemale, Balaitous, las Frondellas, el Midi, ...), a comer algo, y a mirarnos de reojo los unos a los otros viendo la pinta amenazadora que tenía la arista a la cima (nos la habíamos imaginado menos empinada). 


Llegando por fin al collado


Reponiendo fuerzas antes de lanzarnos a por la arista


Finalmente nos decidimos, y aunque al principio parecía chupada, se va empinando y afilando... En verano debe de haber bastantes trazas de senda por la que se subirá bastante bien, pero ahora mismo, o se subía trepando, o por nieve poco transformada, y con pendientes importantes. Nosotros optamos por trepar por roca siempre que era posible, y poco a poco fuimos recorriendo el kilómetro que tiene la arista.


Subiendo la arista


Uno de los pasos con nieve

El caso es que más o menos a mitad Manolo empezó a sentirse indispuesto (probablemente le vino el tío del mazo, como dice Perico Delgado), y consideró prudente no continuar. Como hacía muy buena temperatura y sin viento, Toni y yo seguimos para arriba mientras él se quedaba esperándonos, descartando nuestra idea inicial de bajar desde la Facha a los ibones de Pecico. Tras maldecir varias veces el pico y atravesar algunos tramos de nieve "emocionantes", con caída a ambos lados, llegamos a la última parte de la arista que gira a izquierdas y es ya más fácil, coronando por fin a eso del mediodía. Las vistas desde la cima son magníficas, pudiendo verse lo que se veía desde el collado, más aparte los Infiernos, las cimas de Ordesa, el Midi de Bigorre, y otros muchos picos más que no sabíamos identificar.


Con los Infiernos al fondo


Mirando hacia el sur. El Vignemale, omnipresente. Tenemos que volver...


Las Frondellas y el Balaitous. Y más lejos, el Midi d'Ossau


Con la bóveda que albergaba la virgen. Ahora hay una de tamaño mini.


Una cima muy chula, bastante aérea


Tras un rato genial en la cima, sin viento ni frío, volvimos sobre nuestros pasos, deshaciendo la arista de marras. Recogimos las mochilas y a Manolo, y aterrizamos sanos y salvos de nuevo el collado. Pasamos al plan B (bajar por Pecicos era el plan A), así que bajamos del collado por la parte francesa, yendo a buscar el puerto de Marcadau. Es una ruta más larga, pero espectacular con tanta nieve, y nos gustó mucho. Y más aún porque aunque se baja para volver a subir, no es mucho (unos 200 metros), y el puerto de Marcadau es muy, muy suave.


Bajando la arista, en esta foto se aprecia la pendiente



Ya bajando de la Facha habían empezado a aparecer nubes de evolución, y bastante antes de llegar a Marcadau ya se oía algún trueno que otro. Pero por lo menos aguantó, y cuando empezó a lloviznar ya habíamos cruzado el puerto y pasado el desvío que venía de los ibones de Pecico, por el que habríamos venido si hubiésemos seguido el plan original; desde lejos pudimos ver que el collado que hay justo al pie de la arista sur de la Facha (que por cierto es la mitad de larga que la norte) conservaba aún su típica cornisa, así que no habríamos podido bajar por ahí, y tendríamos que haber seguido más al sur, hasta el collado de Pecicos, mucho más suave. 


Bajando por el valle de Marcadau


La Gran Facha desde Francia


De camino al collado de Marcadau, ¡la tormenta se acerca!


Detalle de la cornisa al pie de la arista sur, por donde habíamos planeado bajar.


Llegando ya casi al embalse de Bachimaña, pero aún algo lejos del refugio, empezó a llover más en serio, y nos tocó sacar chaqueta y cubremochilas. Aún así, tuvimos suerte que casi no hubo aparato eléctrico, y que tampoco llovió torrencialmente. Eso sí, llegamos al refugio cansados como burros, después de andar casi 12 horas... Vamos, lo normal.


Embalse de Bachimaña, aún nos quedaba un rato para llegar al refugio


Despachamos la cena del refugio (bastante buena, y con vino incluido) charlando en inglés con un simpático checo que iba a dormir en nuestra habitación, y nos fuimos pronto a dormir, ya que estábamos fundidos.

Para el último día habíamos planeado subir a la peña Xuans, y bajar después al balneario por Labaza y Serrato, pero estábamos tocados después de la paliza del día anterior y esa ruta tiene más de 600 metros de subida (y 1.300 de bajada, que casi que es peor), así que decidimos seguir la recomendación de uno de los guardas del refu, y bajar por un camino alternativo que pasa por el ibón de los Arnales. Es una ruta totalmente recomendable, poco transitada (por lo menos en mayo), con unas vistas magníficas ya desde el refugio hacia Xuans, Batanes, Baciás, etc. Y cuando se llega al ibón, que estaba totalmente helado, se ve de golpe el Garmo Negro y el Argualas.


Bachimaña, de buena mañana


Chulísimas las vistas


De derecha a izquierda, Arnales, Garmo Negro y Argualas





Ibón de Arnales


Estuvimos almorzando y deleitándonos con las vistas de 360º que teníamos, y tras un buen rato empezamos la bajada vertiginosa al balneario, pasando por los interesantes paraaludes, de los cuáles no pocos estaban rotos, víctimas de las avalanchas, que es de suponer que también arrastran rocas capaces de reventar los brazos de acero.


Los paraaludes, algunos hechos polvo


Toni posando con el Garmo Negro y su collado. Nos llevamos cuerda, pero no hizo falta


Casi llegando ya a la explanada del balneario vimos grupos de gente con niños y perros, que subían hacia los ibones de Ordicuso; nos los apuntamos para una posible visita en familia, o cuando ya seamos iaios. Ya en el refugio de Casa de Piedra nos tomamos una bien merecida jarra de cerveza fría, esperando al taxi que nos tenía que llevar de vuelta a la Sarra, que nos vino bien, aunque nos costó 40€.


¡El premio final!


Mirando atrás, una ruta muy recomendable y bonita con la subida a la Facha, que nos sorprendió por tener más dificultad de la prevista. Y por las magníficas vistas que tiene y la poca gente que encontramos. El único pero del fin de semana fue que Manolo no pudo llegar a la cima, pero por lo menos desde mitad de arista tuvo unas vistas bastante parecidas, otra vez será...

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