Después de la nevada de la noche anterior, el monte estaba espectacular, no nos cansamos de hacer fotos y de disfrutar de su belleza.
Después de aparcar el coche y tras caminar unos 10 minutos llegamos a la boca.
La sima consta de un pozo de pocos metros que nos conduce a un amplia sala con el techo cubierto de pequeñas estlagtitas. Por una ventana descendemos a la base de una gran sala. Según un compañero espeleólogo que conocimos de la Sociedad Espeleológica del Alto Duero (desde aquí enviamos un saludo) nos comentó que la sala se puede recorrer también por la pare superior asegurando en naturales... nosotros por falta de tiempo no lo hicimos, otra vez será. Desde el final de la sala y por una estrecha gatera vertical, accedemos a la base de la cavidad con bonitas coladas y un pequeño lago.
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