domingo, 10 de agosto de 2014

Aigüeta de Barbaruens. Benasque. Huesca.

Aprovechando el campamento social del CEV, Raquel, Óscar y Toni (yo) fuimos a hacer este bonito y divertido barranco.

Dejamos el coche en una explanada que hay cerca de donde empieza la senda donde indican alguna reseñas, y empezamos a andar la larga aproximación (más de hora y media).
Al rato me di cuenta de que a una de mis viejas y cutres botas que uso para barrancos, se le estaba desprendiendo la suela. Por lo que una vez llegado al inicio del barranco decidí ponerme una de las sandalias (eso sí, de montaña) de Raquel. Mal empezaba el tema con una sandalia 4 tallas más pequeña con los dedos sobresaliendo. Nos equipamos con los neoprenos y adelante!

Debido a temas logísticos, no pudimos traer un bote estanco, por lo que la topo aunque estaba dentro de una bolsa quedó inservible inmediatamente. Esto nos hizo tener que ir "descubriendo" cada una de las dificultadas, es decir, si había anclajes estaba claro que se trataba de un rápel si no, pues un destrepe, o un salto o un tobogán. En cualquier caso había que ir mucho cuidado y que alguien comprobara primero el tema porque pozas en las que parecía que se podía saltar luego no tenían más de medio metro de agua...

En fin, íbamos disfrutando un montón hasta que a Raquel también se le rompió su bota. Así que le devolví sus sandalias y yo volví de nuevo a la bota rota atada con uno de sus cordones. De esta forma tan penosa tuvimos que seguir por el resto del barranco.

Después de pasar la zona más estética y encajonada ya sólo nos quedaba seguir el cauce durante un rato sin demasiado interés hasta llegar al puente. A partir de aquí seguimos la senda que nos permite llegar de nuevo a al carretera y al coche (nosotros nos equivocamos de senda y después de una fuerte subida llegamos a una casa en ruinas que no tenía continuidad, por lo que nos tocó desandar el tramo andado).

Se trata de un barranco "sencillo" dentro de las dificultades que entraña este deporte, por lo que a nadie se le ocurra hacerlo sin experiencia previa. Estéticamente precioso y muy divertido: Saltos, toboganes y varios rápeles.
La instalación es buena, aunque quizás el acceso a alguna cabecera queda un poco "expuesta".
Lo peor de este barranco es la hora y media de aproximación, que sin ser difícil se hace un poco larga. El agua tampoco está fría como en otros barrancos de Pirineos.

Atención ya que está bastante resbaladizo por lo que ninguno nos libramos de alguna caída afortunadamente sin consecuencias.

En fin, disfrutamos un montón.

Lástima la mala calidad de las fotos, porque en absoluto reflejan la belleza del barranco.


Buen tobogán. Raquel a punto de deslizarse por él.

Óscar en uno de los rápeles

Toni, en otro de los rápeles

El suelo era tan resbaladizo que en algunos casos era mejor rapelar de espaldas.

Raquel en optro de los rápeles

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