Una de las actividades que queríamos hacer aprovechando los días que íbamos a pasar por Cantabría, era la ferrata de Callejomadero. Me habían comentado algo sobre ella y me sorprendía que pudiera haber una ferrata como esta al lado de Ramales.
Se trata de una ferrata que desciende a una torca, y por supuesto vuelve a ascender, por lo que no esperéis encontrar una ferrata "típica".
La primera parte, el descenso, no tiene complicaciones, lo más difícil es la parte psicológica, por el entorno sombrío lleno de musgo y vegetación, y sobre todo por la altura a la que empezamos. Como decía descendemos sin dificultades hasta llegar al punto fuerte de la vía, un rápel volado de 40m!!! Es un rápel que impresiona por la altura y por el entorno, el eco que produce la torca al hablar también ayuda... La instalación es perfecta, pero que a nadie se le ocurra intentar la vía, si no se tiene experiencia en rapelar. No me cansaré de repetirlo. Impresiona. En mi caso, que estábamos solos (con mi mujer y mis hijas) añadía un puntito más de "emoción" si cabe...
Una vez descendemos los 40 metros y recuperamos la cuerda, empezamos con la parte de la ferrata de ascenso, no es difícil, pero tampoco es un paseo. Llegamos a otro de los puntos clave, un puente tibetano que atraviesa la torca de parte a parte. Tras él, ya sólo nos quedarán unos metros más de ascenso hasta salir al exterior.
Resumiendo, una ferrata única, 100% recomendable teniendo muy claro a lo que nos tenemos que enfrentar. Una ferrata, de la que nos llevamos un muy buen recuerdo y que será difícil de olvidar por sus características.
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Descendiendo el rápel |

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Descendiendo el rápel, sencillamente impresionante. |
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Vista desde el interior de la torca |
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En el interior de la torca, ascendiendo hacia el puente |
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Cruzando el puente tibetano |
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Los últimos metros antes de salir |
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