Aprovechando nuestra estancia en el tranquilo pueblo de Prullans (Lleida), Ania, Miriam y Carlos fuimos a hacer esta bonita ruta de unos 13 kilómetros (ida y vuelta) y un poco menos de 500 metros de desnivel, que desde la estación de esquí de fondo de Aransa visita els estanys de la Pera, y el refugio ubicado a su lado, ya muy cerquita de la frontera con Andorra. En verano hay un autobús que te lleva desde la estación a la zona de Pollineres, y así acortas bastante el pateo, pero en invierno y primavera temprana la pista forestal está cerrada por la nieve, y no hay más remedio que andar. La ventaja es que hay menos gente.
Nos habría gustado hacer esquí de fondo o raquetas, pero las altas temperaturas de la semana anterior habían causado estragos, y en la estación no quedaba nada de nieve. La ruta no tiene mucha pérdida posible, ya que está marcada todo el tiempo con marcas amarillas, a veces raquetas viejas clavadas en los árboles, y en un tramo, por las marcas del GR11.10, una variante de la Transpirenaica, que pasa por el refugio de la Pera y cruza a Andorra.
Empezamos a andar desde el parking de la estación a mano derecha por una senda ancha/pista en el bosque, pasamos al lado de un pequeño lago, y seguimos por la pista, en la que empezó a haber nieve. Llega un momento en el que la pista termina, y justo antes hay que coger una senda a mano izquierda que al principio sube mucho, pero enseguida se modera. Ahí ya había manto continuo, pero no te hundías mucho y había huella, así que sin muchos problemas más que el cruce de algún riachuelo (hay pasarelas en más o menos buen estado), llegamos a Les Pollineres, donde hay mesas y bancos de picnic, una gran esplanada, y un refugio vivac que para una emergencia puede servir.
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La senda/pista al principio de la ruta |
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Les Pollineres |
Desde Pollineres seguimos nuestra ruta, encontrándonos a unas pocas más personas, un par con raquetas, y viendo ya al frente el pico de Perafita, frontera con Andorra. Al final el terreno se empinó algo más, pero sin dificultad, y por fin llegamos al estany petit, muy bonito, en su mayor parte helado, pero visible, y con un par de patos andando por el hielo; no sé si es algo normal, o es señal del calentamiento global, pero nos pareció curioso que estuvieran en un lago de alta montaña (2.320 metros), en abril. Sus motivos tendrían, los animales son bastante más listos que nosotros.
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El deshielo llegó |
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El estany Petit, y al fondo, el pico de Perafita (2.753 m) |
Bordeamos el lago y subimos al estany gran por una zona sin huella reciente y con mucha nieve, hundiéndonos casi hasta la rodilla, que mola si es algo corto y se acaba pronto, jaja. A la orilla del estany gran nos sentamos en una zona rocosa a comer algo, y luego bordeamos el lago para ir a parar sin perder casi altura al refugio, que ya sabíamos que iba a estar cerrado.
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La subida al estany Gran, corta, pero repleta de nieve |
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El estany Gran estaba más tapado por la nieve |
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El estany Petit se quedó abajo |
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Llegando al refugio de la Pera (2.360 m) |
En verano se puede pernoctar y comer/cenar en él, pero ahora sólo estaba abierta la zona libre de vivac, que es bastante pequeña y no muy cómoda; hay un par de literas en las que en total pueden caber unas 4 personas si hace falta, una pequeña mesa, una luz de led y una chimenea. En las literas no hay colchones, es necesario traer aislante. Remarcar que hay cobertura de móvil (hay un cartel en el refugio avisando).
Del refugio nos bajamos directos dirección sur para enlazar enseguida con la huella por la que habíamos subido, y ya sólo quedó regresar por el mismo camino. En total andamos unas 5 horas, bastante más de lo previsto debido a la nieve, que de todas formas tampoco estaba mal... Te hundías algo, pero no mucho. Echamos los crampones por si había zonas empinadas con nieve dura o hielo, pero de eso nada, fue peso en balde. Las raquetas tampoco habrían sido de gran ayuda porque la nieve ya estaba bastante transformada. Los bastones sí que fueron esenciales.
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La ruta que hicimos |
Se hizo un poco largo, pero valió la pena, nos dejó muy buen sabor de boca por lo bonito del paisaje, y la poca gente que encontramos.
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