Lo que son las cosas, habíamos quedado Toni y yo para hacer el barranco del Carcalín en Buñol el 9 de noviembre (sólo está permitido atravesar el túnel de octubre a marzo, para dejar tranquilos a los murciélagos el resto del año), y el 29 de octubre vino la dana para cambiar nuestros planes; que no nos quejamos, dado el desastre ocurrido, porque a nosotros no nos ha afectado. Pero en Buñol habían llovido más de 200 l/m2, así que el barranco del Carcalín, que viene de Siete Aguas, seguramente estaba devastado. Eso, unido a los avisos de las federaciones de montaña y espeleología de no hacer barranquismo para evitar accidentes, hizo que retrasáramos al 22 de diciembre el intento al barranco.
Y aún así ese día fuimos con bastantes dudas. Llegamos a Buñol, y vimos que gran parte del paseo al lado del río Buñol estaba totalmente derrumbado, con la pasarela que cruza el río desaparecida, y un coche destrozado dentro del cauce. El río viene por el barranco del Carcalín antes de llegar a la población, así que ya estaba claro que había bajado a lo bestia.
Subimos con el coche hasta el parking habitual para hacer el barranco, y tras un primer vistazo en el que vimos la parte del barranco después del túnel bastante decente, y aún con agua, y la entrada superior del túnel llenísima de troncos y ramas, nos enfundamos los neoprenos y el material, y fuimos a ver si se podía hacer la travesía del túnel. Y no, imposible. Toni bajó por el rápel (en buen estado) y estuvo buscando algún hueco por donde entrar, en vano. La cantidad de troncos y maleza acumulada en la entrada era enorme, hasta tal punto que en algún momento de la crecida, el agua ya no podía pasar por dentro del túnel, o éste no daba abasto, y saltó por arriba, por el llamado puente natural, que está ahora totalmente desprovisto de vegetación, arrasada por el agua. Y nos quedamos con la duda de si es posible que parte de la cueva, o al menos la entrada, esté colmatada con piedras, ya que vimos muchas en el lecho del barranco previo a la cueva, y parecía que el rápel de bajada era bastante más corto que lo descrito en la topo.
Tapón brutal de troncos y ramas en la entrada del túnel |
Rápel inicial de 12m. Muchísimo canto rodado en el lecho |
Así que, decepcionados, nos fuimos a los rápeles que hay para bajar al barranco justo después del túnel. Nos costó un poco encontrar el que baja hasta el lecho del barranco, pero nos quedamos asombrados que todavía quedaba mucha agua, tanta que cuando bajamos el rápel, tuvimos que nadar.
El rápel de 10 m que baja al lado de la boca inferior del túnel |
El nivel del agua había estado mucho más alto, pero la boca del túnel se veía bastante despejada, así que nadando con los frontales nos internamos, hasta que llegamos a la zona donde baja el segundo rápel (8 m) dentro de la cavidad. Había atravesado un tronco enorme de pino, en proceso de descomposición, y por el rápel caía algo de agua. Como no había cuerda puesta, ya no pudimos seguir, pero al menos pudimos visitar la parte inferior del túnel.
A nadar toca... Se ve por dónde llegó el agua. |
El resto del barranco también tenía bastante agua, teniendo que nadar en algunos sitios. La verdad que fue muy bonito verlo con agua. Los anclajes de las reuniones habían aguantado la crecida, aunque alguna con ramas atrapadas en la cadena de unión entre las dos anillas.
Ramos cogidas en la reunión, señal de que mejor no instalar cadena |
El agua no estaba muy fría, se estaba bien |
Ya casi al final |
Total, que habrá que ver qué pasa en el futuro con la entrada superior del túnel... Para desatascar lo que hay ahí, si sólo son troncos y ramas, hará falta motosierras, pero supongo que nadie va a tener tiempo o ganas de hacerlo. Y si además hay piedras de gran tamaño, olvídate.
Una aventura en la que vimos la fuerza de la naturaleza.