Ya hace bastantes años que mi amigo Toni practica espeleología, y me había sugerido que yo también podría probar, a él le encanta. No es por falta de ganas, pero entre el barranquismo, el montañismo, la bicicleta y la familia (la pongo en último lugar, pero es lo más importante), ya no podía meter una afición más en la agenda.
Pero estos días me comentó que iban a hacer una cueva fácil en la Calderona, y me picó el gusanillo, así que para allá que nos fuimos, junto con unas cuantos más, algunos ya conocidos de la zona de Valencia, pero también un par de personas que venían a pasar el finde desde Madrid, y dos australianos que estaban de paso.
El grupo al completo |
Me dejaba todo el material, que para mí era totalmente extraño: un mono sé lo que es y cómo ponérmelo, pero el croll, el puño, el stop, el arnés tan raro, ... Si no es por la ayuda, me pongo todo mal. Tras una corta aproximación, llegamos a un agujerillo por el que yo solo y sin tener ni idea de a dónde lleva, no me metería ni loco.
Me preguntaba cómo me iría el tema de la claustrofobia, y la verdad que no tuve en ningún momento. Por lo que me cuentan, hay cuevas mucho, mucho peores, pero ésta ya tenía su dosis de "subo este brazo pegado al cuerpo porque no hay sitio para extenderlo normalmente", o "no puedo subir la pierna porque me toca la rodilla en esta roca, tengo que subirla de lado", así que muy contento y una experiencia nueva y muy bonita.
Después de bajar andando en el tramo inicial, llegamos al pozo, que no es el único en la cueva, pero sólo hicimos éste por falta de tiempo, al ir mucha gente, y con un novato como yo. No tuve ningún problema con las alturas gracias al barranquismo y a las explicaciones de Toni para hacer los fraccionamientos; el stop para bajar da mucha seguridad.
El pozo |
En la parte baja, visitamos varias salas en la que hay fósiles de un rinoceronte lanudo y otros animales, los cuáles no está del todo claro cómo llegaron hasta allí, pero que es impresionante lo bien que se conservan, y pensar que en esta zona alguna vez hubo rinocerontes.
En la base del pozo. El segundo pozo no lo hicimos por falta de tiempo |
Fósiles del rinoceronte y otros animales |
Finalmente iniciamos la vuelta por el pozo, lo cual también fue toda una experiencia para mí, que no había nunca subido por una cuerda, con el puño y el croll: super chulo, especialmente en la parte volada donde la pared no molesta para subir como un gusano. Algún problemilla en los fraccionamientos, pero sin ser excesivos.
De nuevo atravesamos la zona de andar y estrecheces, y salimos a la superficie con ya pocas horas de luz por delante. Es como nacer otra vez, jaja.
El resto del grupo se quedó a cenar por los alrededores, pero yo desafortunadamente me tuve que volver por obligaciones familiares. Pero lo importante fue la cueva, que me gustó mucho, ¡seguramente repetiré!
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