Esta vez nos fuimos Raquel, Toni, Lolo, Fran y Carlos a la zona de Vall d'Ebo, a descender el barranco dels Penyals. Habíamos leído que era bonito, y que tenía bastante interés deportivo, en parte por un par de pasamanos recuperables que había que instalar.
Este barranco tiene una aproximación bastante corta. Justo al lado de la carretera empieza la senda que acaba en el lecho del barranco, pasando por el camino por una curiosa caseta hecha con botellas.
Se anda un poco por cauce abierto, y en breve se llega al primer rápel.
Después del rápel empiezan las dificultades, porque hay un estrecho pasillo que debe de tener casi siempre agua, y en esta ocasión parecía bastante putrefacta. Nosotros utilizamos piedras para no mojarnos las piernas mucho, con más o menos fortuna (yo pronto tenía las dos botas chopadas).
Llegamos después al primer pasamanos de la jornada, que evita otro pasillo que tenía aún más agua que el anterior, y lo hace recorriendo la ladera de la izquierda. Conociendo la técnica de montaje no es complicado porque hay bastante espacio para los pies, y el pasamanos es más bien para aportar seguridad. Se acaba en un rápel cortito que nos deja en el otro lado del pasillo inundado.
A continuación, el barranco serpentea y se atraviesa un puente de roca superchulo.
Y llegamos al segundo pasamanos, que es completamente distinto del primero. En esta ocasión permite también no mojarnos, pero se instala en una pared de roca bastante vertical donde es imposible pasar sin cuerda, y donde el montaje del pasamanos es bastante "atlético". En nuestro caso lo montó Fran, que va sobrado, y le costó lo suyo. Además los anclajes no tienen anillas, lo cual dificulta la instalación y desinstalación porque no hay casi espacio para más de un mosquetón en un mismo anclaje.
Incluso desinstalar el pasamanos costó lo suyo...
Seguimos progresando por el barranco, y llegamos a un rápel no muy largo (como todos en este barranco), aparentemente inofensivo, que resultó no serlo tanto, porque si se monta en la primera reunión, la cuerda cae directamente a una poza de la que sin ayuda puede ser imposible salir. Tuvimos que montar un pasamanos muy corto a una segunda reunión desde la cual la cuerda evita la poza. Raquel sudó lo suyo porque llegar a la segunda reunión tiene su miga.
Después de este rápel se llega a una parte muy sinuosa del barranco que nos deja en otro paso interesante: un rápel guiado donde se evita una gran poza, también esta vez con agua marrón que no invitaba precisamente al baño. Fran se ocupó de bajar el primero, evitando casi por completo mojarse en la poza, y montó el rápel guiado, con lo cual el resto del grupo bajamos cómodamente sin mojarse.
Una vez en este punto, lo más difícil ya ha pasado, pero el barranco sigue siendo muy sinuoso, estrecho y precioso. En mi humilde opinión, ésta es su parte más bonita. En belleza, este barranco va de menos a más, y en lo últimos tramos sus paredes tienen un color blanco muy parecido al de su famoso vecino de l'Infern. No llega a la grandeza de aquel, pero le va a la zaga.
Finalmente llegamos al fin de la parte deportiva del barranco (aunque éste sigue bastante más trozo), y nos salimos por la izquierda para subir en poco tiempo hasta la carretera. Podríamos haber combinado coches para evitarnos el paseo por el asfalto, pero la verdad es que es poco trozo, y el retorno de este barranco es tan corto como la aproximación. Una vez llegados a los coches, nos fuimos al pueblo de la Vall d'Ebo a hacer la comida-merienda habitual.
Resumiendo, un barranco muy bonito y bastante deportivo, donde hace falta rapelar, trepar, destrepar y montar pasamanos recuperables, así que no es ni mucho menos de iniciación. Y eso sin agua corriente; después de lluvias todos esos pasillos sinuosos y pozas deben de crear remolinos bastante peligrosos (desde mi punto de vista, teniendo en cuenta que en barrancos no tengo mucha experiencia).
¡Hasta la próxima!