sábado, 30 de julio de 2016

Barranco del Nacimiento, Mijares. València.

Desde hace bastante tiempo que teníamos pendientes hacer este barranco, y como tiene caudal todo el año, que mejor que esperar al verano para disfrutarlo. Así que para Mijares que nos fuimos Raquel, Mª José, Carlos, Óscar Lolo y Toni.

Para llegar, saliendo de Mijares en dirección a Bicorp, debemos tomar la primera carretera asfaltada que sale a nuestra izquierda, tras 150m metros llegamos a una granja que queda a nuestra izquierda. Nada más pasarla a nuestra izquierda hay espacio para dejar 2 o 3 vehículos. Desde este punto, caminamos por una senda hasta el castillo, en su parte posterior la senda nos conduce al primer rápel (una presa) . Unos 10 minutos.

El barranco es magnífico, cada rápel rivaliza con al anterior en belleza, incluso tenemos un tobogán. Sin dificultad, llegamos al plato fuerte del barranco, el último y espectacular rápel de 60 m que impresiona. Hay que tener muy claro donde nos metemos, porque llegados a este punto no hay escapatoria posible. Tras empalmar las 2 cuerdas de 60 (llegan muy justas) empezamos el descenso... impresionante el "chicle" de la cuerda si se baja en simple, por lo que recomiendo que aunque cueste más, es más sencillo bajar en doble. La última poza no cubre y las cascada tampoco lleva demasiada agua por lo que se puede descender con la seguridad de un "stop" sobretodo si se va de primero. Poco a poco, fuimos descendiendo los 6 componentes sin ningún contratiempo disfrutando de este rápel. Por último quedaba la incógnita de recuperar la cuerda, pero en nuestro caso no tuvimos ningún problema.

El retorno se hace por una empinada pedrera, que lleva a una senda que en unos 15 minutos nos conduce de nuevo al inicio del barranco.

Barranco muy recomendable, con una equipación excelente. La única pega (por poner alguna) es que se hace demasiado corto, en unas 2 horas un grupo de 6 personas con calma y muchas fotos ya lo habíamos descendido. En verano es suficiente con un shorty, y si no se es muy friolero incluso se puede hacer en bañador...




























domingo, 3 de julio de 2016

Cilindro y Monte Perdido desde Pineta, Pirineos

Para esta ocasión Manolo y yo escogimos una ruta muy ambiciosa. En el 2014, después de portear una cuerda de 50 metros hasta Monte Perdido, me quedé con las ganas de subir al Cilindro. Por su parte Manolo tenía muchas ganas de subir al Perdido, que lo tenía pendiente. Como Ordesa yo ya lo tenía muy trillado, decidimos subir por el balcón de Pineta, y para rizar el rizo, bajaríamos por la Punta de las Olas y el collado de Añisclo, saliendo así una circular espectacular.

Nos cogimos el viernes y salimos de Valencia para llegar al camping de Pineta a la hora de cenar. No hicimos ni una sola parada desde Valencia, así que ya podéis imaginad el primer sitio donde fuimos al bajar del coche, y hechos un siete.

Al día siguiente no madrugamos mucho porque por la noche había llovido algo, aún había algunas nubes y de todas formas no teníamos prisa porque pensabamos dormir en los alrededores del lago de Marboré. La predicción era buena, aunque con posibles tormentas por la tarde. Aparcamos el coche en el parking de Pineta, y después de cargarnos las mochilas empezamos a patear. Había llamado a Góriz para preguntar sobre la longitud de los rápeles en la chimenea del Cilindro, y llevábamos 27 metros más o menos. Nos dijeron que sería suficiente, pero fraccionando el rápel en dos.

La subida al balcón de Pineta no tiene pérdida, y las vistas compensan la subida exigente. El valle de Pineta es bastante diferente a Ordesa, y en mi opinión no tan bonito (aparte que la carretera pasa por él), pero en cualquier caso está muy guay e impresiona lo cerrado que es. En invierno no debe de dar mucho el sol...

Principio "oficial" de la ruta

El circo de Pineta es superbonito

Llegando al sitio que llaman "el embudo", y que sólo tenía nieve justo al final, por lo que no era necesario ponerse los pinchos, estuvimos hablando con un guía que subía con dos clientes. Comentándole nuestro plan, nos comentó que el paso de la Punta de las Olas aún tenía mucha nieve y las cadenas estaban tapadas, por lo que recomendaba bajar al cañón de Añisclo, hasta Fuenblanca, y después subir de nuevo al collado, para a continuación bajar a saco a Pineta. Paliza adicional...

Último tramo antes de llegar al balcón. Sólo aquí había nieve y no hacía falta crampones

El balcón de Pineta es superespectacular, ¡y además el lago de Marboré y alrededores estaban llenos de nieve! Impresionante. Como podía haber tormentas llevábamos idea de dormir en el refugio de Tucarroya, pero el guía nos dijo que probablemente estaría lleno. Eso, unido a que no era trivial llegar a él porque había que bordear el lago por la ladera, que estaba nevada, hizo que escogiéramos un sitio al resguardo de unas rocas. Por la zona hay algunos abrigos con techo entre las rocas, pero el más obvio estaba ya ocupado, y el resto hay que saber dónde están. Así que nos pusimos a esperar, a ver si venían las temidas tormentas... Y no vinieron. Poco a poco las nubes se fueron disipando y antes de que se hiciera de noche se quedó raso, dejando a la vista el Perdido, el Cilindro y, más lejos, los Astazus, que tengo pendientes. Así que al final dormimos al raso. Estábamos solos porque aunque había más gente en el balcón, estaban casi al lado de donde empieza la bajada a Pineta.


¡Cuánta nieve! Este año nevó hasta muy tarde, una suerte

El lago helado de Marboré. ¡Ahora mismo hacía honor al nombre!

Tirando de zoom al refugio de Tucarroya. No vimos entrar ni salir a nadie ni por la tarde ni a la mañana siguiente.

Al fondo derecha los Astazus

Felizmente empieza a aclarar, se ve el Perdido

Subida a base de zetas, por ahí habíamos subido unas horas antes

Nuestro vivac. El toldito no fue buen invento, con el vientecillo por la noche nos dificultó dormir por el ruido

Se quedó totalmente raso antes de ir a dormir

Al día siguiente nos levántamos justo al amanecer, y ya con crampones y piolet encaramos la subida a la chimenea que da acceso al lateral del glaciar. Había una pequeña cola para subir, porque aunque no es difícil, trepar siempre causa atascos. No hay mucha exposición, pero mejor no resbalar. De bajada yo creo que mejor rapelar. Una vez pasada la chimenea seguimos subiendo, viendo atónitos cómo algunos valientes estaban subiendo por la ruta que popularmente se llama "la norte del Perdido", y en la que hay un par de corredores de nieve de 60º de inclinación. Desde donde estábamos (que era de frente) parecía muy vertical, aunque supongo que de cerca no es tan aterrador.

Primeros compases del día, el Cilindro en primer plano a la derecha

El maltrecho glaciar del Perdido. Estaba cubierto de nieve pero aquí y allá se veían trozos del hielo azul

La norte del Perdido. ¡Mamma mía, qué huevos hay que tener!

La chimenea por la que subimos nosotros

Manolo, llegando al pie de la chimenea. La nieve estaba ideal.

Subiendo por la chimenea

Último tramo antes de llegar al cuello del Cilindro

Finalmente llegamos al cuello del Cilindro, nos quitamos los crampones y bajamos al lago Helado. Manolo estaba ya tocado y no se le veían muchas ganas de subir al Cilindro. A mí la pala de subida al collado me generaba dudas, pero portear en vano una cuerda hasta los tres mil metros por segunda vez era ya demasiado, así que cuando vi al guía empezar a subir la pala me animé y me fui detrás. Manolo se quedó en el lago esperando.

Justo en el collado no había nieve. El Cilindro detrás de Manolo

Desde el collado se baja fácilmente al lago Helado, pero hay que ir con ojo

La Escupidera tenía bastante nieve


Llegué unos instantes antes que el guía a la famosa chimenea, y mientras la observaba llegó él. Se ofreció a subir delante y a dejarme usar la cuerda que iba a poner para asegurar a su grupo, cosa que acepté con gratitud. Aproveché que llevaba el Shunt para asegurarme a la cuerda y subir sin despeinarme utilizando ambas manos para trepar mientras el Shunt me mantenía cogido, ¡qué buen invento! La chimenea es bastante vertical, pero tiene muy buenos agarres y no hay ningún paso difícil. Pero desde luego, una caída puede ser fatal, hay que ir con precaución.

Cuando llegué había gente rapelando la chimenea

El guía con el que coincidí, subiendo la chimenea

Como los clientes del guía subían muy lentos, y de todas formas yo no iba con ellos, tiré para delante, llegando a la segunda dificultad antes de llegar a la cima: un punto donde hay una trepada con cierta dificultad para salvar una pared rocosa de quizás unos 3 o 4 metros. Subí bastante bien y comprobé que alguien había dejado un anillo con un maillón, para poder rapelar de bajada.

Y finalmente llegué a la cima, ¡por fin! Es una cima amplia, con vistas inigualables. Sin lugar a dudas, siempre se me quedará en la retina la vista inconmensurable hacia el Perdido y la Escupidera, que desde aquí parecen imposibles. Hay una foto muy similar en Góriz que hace tragar saliva a los montañeros que pretenden subir por primera vez.

En la cima del Cilindro, 3.328 m, que es muy amplia

El Perdido visto desde aquí es, en dos palabras, es-pectacular. Parece superjodido de subir

Paradójicamente, había bastante gente que había decidido subir al Cilindro, y además como Manolo me esperaba no tardé mucho en empezar a bajar. En la bajada me junté con un par de montañeros a los que presté la cuerda para que bajaran más seguros. En la chimenea puse la cuerda en simple para que bajaran agarrándose a ella hasta abajo, y a continuación la recogí y la puse en doble, rapelando hasta la reunión intermedia, que está perfectamente marcada con pintura roja y un poco a la derecha de la bajada directa desde la cabecera. Me quedé colgando como un salchichón de la reunión, recuperé la cuerda y la volví a poner en doble en la segunda reunión, desde donde ya rapelé hasta abajo, con la pequeña incógnita si llegaría hasta abajo la cuerda o no. Menos mal que llegaba, porque desde la reunión intermedia el final del rapel es en volado y que se te acabe la cuerda no tiene ninguna gracia.

Uno de los montañeros bajando agarrándose a la cuerda

Detalle de la reunión intermedia, antes de cambiar la cuerda


Como tenía prisa no llegué a comprobar cómo era la otra chimenea que está más al oeste, y que se supone que es más fácil. Desde mi punto de vista, la chimenea por la que subí y bajé, y que dicen que es de grado III, de subida no ofrece problemas, mientras que de bajada hacerlo sin cuerda tiene su peligro. Además llevar casco es recomendable, aunque no llevaba casi nadie (yo incluido).

En el collado antes de bajar de nuevo al lago Helado. La pala de nieve que hay de bajada/subida es igual de empinada que la Escupidera, pero no tiene el peligro de ésta porque no está inclinada hacia un lado. Si te resbalas, vas recto hacia abajo y hay tiempo de sobra para parar


Una vez en el collado pasé de subir al puntal SW del Cilindro, que en los libros es también un tresmil, y bajé directo al lago Helado donde esperaba Manolo. Dejamos allí todo los que no era imprescindible, y subimos al Perdido. En la subida a mitad de Escupidera nos encontramos con un grupo enorme que bajaba, pero tuvimos la suerte de no encontrar a nadie en la cima cuando llegamos nosotros.

Cima de Monte Perdido, 3.355 metros

El Soum de Ramond, entre nubes de convección

La Munia, Sierra Morena, Troumouse, etc.

El Cilindro desde la antecima del Perdido, y a lo lejos el Vignemale

Disfrutamos de la soledad del momento, y al cabo de un rato llegaron algunos otros montañeros. Después de hacer un montón de fotos nos fuimos para abajo, por la ruta normal hasta Góriz, donde nos pegamos un baño refrescante (más bien congelante) en el barranco, nos bebimos unas cervezas bien fresquitas y cenamos muy bien.

Manolo, negociando la Escupidera

Ruta normal, ya sin nieve

Dormimos de vivac como benditos, y al día siguiente empezamos lo que resultó ser la etapa "dura" del viaje. La bajada a Fuenblanca desde Góriz se nos hizo larga. La subida desde allí hasta el collado de Añisclo se nos hizo eterna. Y la bajada desde el collado al refugio de Pineta se nos hizo más larga que un año sin pan... Menos mal que durante todo el camino las vistas son magníficas, que si no... Incluso nos encontramos unas cuantas edelweiss de camino a Fuenblanca.

Principio de la bajada hacia Fuenblanca, con maravillosas vistas


Fuenblanca. Se acabó bajar, bajar y bajar, para empezar a subir, subir y subir

Edelweiss

El valle de Añisclo quedándose atrás a medida que subimos

Grandiosas vistas, proporcionales al esfuerzo que hay que hacer para verlas

Collado de Añisclo

La bajada a Pineta se hace larguíiiisima

El valle de Pineta desde aquí se ve superbien

Y justo al final tuvimos el bonus de tener que descalzarnos para cruzar el Cinca

Ja, ja, y luego nos quedó la propina final de ir a patita por la carretera desde el refu al parking donde teníamos el coche. Es poco, pero fue ya el remate. Resumiendo, una ruta chulísima, pero que tuvo un tercer día de aúpa. ¡¡Pero aún semos jóvenes, y hay que aprovechar!!